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Categoría: Monologos

Dicen que todos los días…

Dicen que todos los días…

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Dicen que todos los días tenemos que comer una manzana por el hierro y un plátano por el potasio. También una naranja, para la vitamina C , medio melón para mejorar la digestión y una taza de té verde sin azúcar, para prevenir la diabetes..

Todos los días hay que tomar dos litros de agua (sí, y luego mearlos, que lleva como el doble del tiempo que llevó tomárselos).
Todos los días hay que tomarse un Activia o un Yogurt para tener ‘L.Cassei Defensis’, que nadie sabe qué mierda es, pero parece que si no te tomas un millón y medio todos los días, empiezas a ver a la gente como borrosa.

Cada día una aspirina, para prevenir los infartos, más un vaso de vino tinto para lo mismo, otro de blanco para el sistema nervioso y uno de cerveza, que ya ni me acuerdo para qué era. Si te lo tomas todo junto, es posible que te dé un derrame ahí mismo, pero no te preocupes porque probablemente ni te enteres.

Todos los días hay que comer fibra. Mucha, muchísima fibra, hasta que logres defecar un jersey. Hay que hacer entre cuatro y seis comidas diarias, livianas, sin olvidarte de masticar cien veces cada bocado. Haciendo un pequeño cálculo, sólo en comer se te van como cinco horitas.
Ah, después de cada comida hay que lavarse los dientes, o sea:
después del Activia y la fibra, los dientes, después de la manzana, los dientes, después del plátano los dientes… y así mientras tengas dientes, sin olvidar pasarte el hilo dental, masajeador de encías, el buche con Plax…

Mejor amplía el baño y mete el equipo de música, porque entre el agua, la fibra y los dientes, te vas a pasar varias horas por día ahí
adentro.

Hay que dormir ocho horas y trabajar otras ocho, más las cinco que empleamos en comer, son veintiuna. Te quedan tres, siempre que no te agarre algún imprevisto. Según las estadísticas, vemos tres horas diarias de televisión. Bueno, ya no puedes porque todos los días hay que caminar por lo menos media hora (dato por experiencia: a los 15 minutos regresa, si no la media hora se te hace una).

Y hay que cuidar las amistades porque son como una planta: hay que regarlas a diario.
Además, hay que estar bien informado, así que hay que leer por lo menos dos periódicos diarios y algún artículo de revista, para contrastar la información.
¡Ah!, hay que tener se x o todos los días, pero sin caer en la rutina: hay que ser innovador, creativo y renovar la seducción.

Te vuelvo a recordar que después de cada comida hay que cepillarse los dientes.

También hay que hacer tiempo para barrer, lavar la ropa, los platos, y no te digo si tienes perro u otra mascota… ¿hijos?!
En fin, a mí la cuenta me da unas 29 horas diarias. La única posibilidad que se me ocurre es hacer varias de estas cosas a la vez, por ejemplo: Te duchas con agua fría y con la boca abierta así te tragas los 2 litros de agua.

Mientras sales del baño con el cepillo de dientes en la boca, le vas haciendo el amor a tu pareja, que de paso mira la TV
y te cuenta, mientras barres.

¿Te quedó una mano libre?, pues llama a tus amigos y a tus familiares. Mientras hablas, tómate el vino. El yogurt con la manzana te lo puede dar tu pareja mientras se come el plátano con el Activia.
Y menos mal que ya crecimos, porque si no nos tendríamos que clavar un Danonino Extra Calcio todos los días.

¡Úuuuf! Pero si te quedan 2 minutos, reenvíale esto a los amigos (que hay que regarlos como a las plantas) mientras tomas una cucharadita de All Bran, que te hará un gran bien…
Y ahora te dejo porque entre el yogur, el medio melón, la cerveza, el primer litro de agua y la tercera comida con fibra del día, ya no aguanto más y necesito ir al cuarto de baño urgentemente.
Ah, voy a aprovechar y me llevo el cepillo de dientes…

(Gracias Vlady)

Por qué Colón descubrió América

Por qué Colón descubrió América

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Cristóbal Colón pudo descubrir América sólo porque:

¡¡ERA SOLTERO!!

Si Cristóbal Colón, hubiese tenido una esposa, habría tenido que oír:

¿Y por qué tienes que ir tú?

¿Y por qué no mandan a otro?

¿Tu eres el más tonto?

¡Todo lo ves redondo!

¿Estas loco, o eres idiota?

¡No conoces ni a mi familia y vas a descubrir el nuevo mundo!

¿Qué escondes?

¡Ni siquiera sabes a donde vas!

¿Y sólo van a viajar hombres?

¿Quién se lo va a creer?

¿Y por qué no puedo ir yo, si tú eres el jefe?….

¡A mi nunca me llevas de viaje!

¡Desgraciado!, ya no sabes qué inventar para estar fuera de casa

¡Si cruzas esa puerta, yo me voy con mi madre!
¡Sinverguenza!

¿Y quién es esa tal María?

¿Qué Pinta?

¿Y dices que es una Niña?…

¡Vete a la mierda!…

¡Salido!

¡Todo lo tenías planeado, maldito!

Tu has quedao con esas malditas indias.

¿A mí me vas a engañar?
¿Qué la Reina va a vender sus joyas para que viajes?

¿Me crees tonta, o qué?

¡A saber qué tienes con esa vieja!
¡No permitiré que vayas a ningún lado!

¡Siempre te las apañas para dejarme sola!

No va a pasar nada si el mundo sigue plano…
Así que no te vistas que …

¡NO VAS!

Eduardo Galeano sobre el mundo de lo desechable

Eduardo Galeano sobre el mundo de lo desechable

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Me caí del mundo y no sé cómo se entra….

Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo
( Para mayores de 30)

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar..

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de… años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De ‘por ahí’ vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el ‘guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo’, pasarse al ‘compre y bote que ya se viene el modelo nuevo’.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía ‘éste es un 4 de bastos’.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: ‘Cómase el helado y después tire la copita’, nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la ‘bruja’ como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la ‘bruja’ me gane de mano y sea yo el entregado.

Eduardo Galeano

(Gracias Trini)

Logica maternal

Logica maternal

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Un día mi madre salió y mi padre se quedó a mi cargo.

Yo tendría quizás 2 años y medio.

Alguien me había regalado un juego de té y era uno de mis juguetes favoritos.

Papá estaba en el cuarto de estar mirando las noticias de la noche
cuando le llevé una pequeña taza de té, que era solamente agua.

Después de varias tazas de té y de muchas alabanzas por la riquísima
bebida, mi mamá llegó a casa.

Papá la hizo esperar en el cuarto de estar para que me viera traerle
una taza de té, porque le parecía la cosa mas tierna que había visto.

Mi mamá esperó, me vio venir caminando por el pasillo con la taza de
té para papá y lo miró mientras se la tomaba

Entonces, rompiendo todo el encanto, mi mamá le dijo (y sólo una madre
podría saberlo):

«¿No se te ocurrió que el único lugar en que la niña puede alcanzar
agua es en el retrete?»

(Gracias Trini)

Diario de una insatisfecha

Diario de una insatisfecha

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He encontrado al hombre con el que soñamos todas las mujeres. El hombre perfecto. Y ahora que lo tengo… no sé qué hacer con él. ¡Es demasiada responsabilidad! Es como tener una cámara digital con autofocus y zoom incorporado… Que si la foto sale mal, ¡esta claro que es culpa tuya!

Porque él es comprensivo, sensible, detallista… lee el Cosmopolitan…
¿Qué digo ‘lee’? ¡Lo subraya! La verdad es que es maravilloso. Para empezar, recuerda todas las fechas… Y cuando digo todas, es todas: me mandó flores el día que hicimos una semana, el día que hicimos un mes, el día de mi cumpleaños, el día de mi santo, el día de la mujer trabajadora..
¡Que tengo la casa que parece la tumba de Lady Di!
Bueno, y cada vez que vuelvo de la peluquería…. ¡él lo nota! Se me queda mirando y me dice:
– Cariño… tú te has saneado las puntas…

¡Es que se fija en todo! Aunque esto tiene sus problemas… Me alaba tanto la lencería que luego no tengo valor para ponerme bragas normales.
Vamos, que el tanga me ésta haciendo una fístula.
Y, sobre todo, no me lleva nunca la contraria: estoy harta de ir a ver comedias románticas. Por no hablar de cuando vamos de compras…
Oye, ¡que le pone interés! Le pone tanto interés que me agota…
Yo destrozada, y él: Venga, cielo, sólo una tienda más… yo: No, de verdad que éste me gusta…
Y él:- Jo, eso lo dices para que nos vayamos…
Por no hablar de lo humillante que es salir con el hombre perfecto: no bebe nunca; con lo cual, yo parezco Massiel. Come menos que yo; con lo cual, yo parezco… Massiel. Y baila de puta madre, con lo cual yo parezco…Massiel.
¡Y encima está buenísimo! Yo, para arreglarme, necesito tres horas. Y salgo hecha un asco. Él, en cinco minutos, se ha duchado, se ha puesto perfecto y me ha limpiado el baño. Que entro yo pensando que me lo voy a encontrar todo hecho un desastre… y me lo encuentro impoluto… Que me dan ganas de decirle: ‘¡Pero bueno! ¿Dónde me has puesto los pegotes de
maquillaje que había dejado yo aquí, en el lavabo?
Oye, ¡que no hay forma de enfadarse con él! No saben cómo echo de menos esas reuniones con mis amigas poniendo verdes a nuestros novios… Ahora ya ni voy. ¡Para no poder ni abrir la boca…! El otro día fuimos a cenar a casa de unos amigos y ellos se pusieron a discutir. Y yo le dije a mi novio:
¡Ayyyy… qué bonito! Cariño, tú y yo nunca hacemos esas cosas…
Solo una vez creí que íbamos a discutir! Llego a casa y me pregunta:
Cielo… ¿Tú has metido en la lavadora tu tanga rojo con mis camisas blancas?

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Cómo hacerse multimillonario

Cómo hacerse multimillonario

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Al cumplir los siete años casi había abandonado por completo esa costumbre. Pero se me planteaba un problema.

¿Qué hacer con esas cositas –verdes por lo general– que extraía de mi nariz y hacía rodar entre las yemas de mis dedos índice y pulgar hasta formar unas albondiguillas semisólidas y en extremo adherentes?
La primera solución consistía en pegarlas a mis pantalones. Pero mi madre –imaginando el efecto que verme aparecer con los pantalones llenos de moco produciría en las visitas– consideró este método de eliminación de residuos tan guarro o más que la deglución.
Como alternativa probé a deshacerme de mis mucosidades pegándolas en el perro. Sin resultados prácticos, ya que –al revés de lo esperado– eran los pelos del bicho los que se pegaban a la albondiguilla y, por consiguiente, a mi dedo.
Hubo otros intentos.
Pero todos fueron en vano.
Al fin di con una verdadera solución:

Dejaría pegadas las albondiguillas por mí obtenidas según el método suprascrito allá por donde fuera: en la barra del
autobús, un banco del parque, una mesa de una biblioteca…
… ya había cumplido diez años y sabía lo que era la muerte. Aterrado ante lo finito de mi vida, dejaría señales de mi existencia para que ésta perviviera en los anales del porvenir.
¡Qué satisfecho me sentía cuando reencontraba alguno de estos mocos! Pensaba: «he estado en este lugar y puedo asegurarlo; mis recuerdos podrían engañarme, pero he aquí una prueba irrefutable».
Así, mi vida hubiera sido feliz. No pedía nada más. Sin embargo, al cabo de pocos años se me vino el mundo encima. No adivinarán porqué. ¡Comencé a encontrar pelotillas en sitios que no recordaba! Por ejemplo, alguien me llevaba a un restaurante totalmente desconocido para mí y al ir a dejar mi marca encontraba una pelotilla ya petrificada. Esto me provocaba unos tremendos ataques de angustia. Sudores fríos. Sudores. Fríos.
Trataba de encontrar una explicación a estos hechos. Pensaba: «bien pudiera ser que esta mesa hubiera

pertenecido a otro local antes que a éste». O bien, «me falla
la memoria y no recuerdo este lugar». Sin embargo encontraba demasiados mocos inexplicables como para permanecer tranquilo.
Empecé a padecer de insomnio. Estuve a punto de volverme loco. Pero por fin di con la clave del enigma. Alguien trataba de suplantarme confundiendo su vida y la mía. Dejaba de ser único. Mi existencia, nuevamente, acababa con mi muerte.
Rascar con la uña mis orificios nasales y amasar lo así obtenido dejó de tener significado para mí. De hecho, ya nada en la vida tenía significado. Abandoné mis hábitos y me di a la soledad y la escritura. Dado que mis escritos eran una porquería, me habitué a sonar mis narices con los folios a medio entintar.
Y este fue mi golpe de suerte. Tras perfeccionar la idea y el material, lancé al mercado un nuevo producto: el pañuelo desechable. Ahora soy multimillonario, y sé que mi nombre perdurará en lo eterno.

Mr. Kleenex

(Gracias Carlos G)

Tener un hijo

Tener un hijo

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‘TENER UN HIJO’ (Andreu Buenafuente)

El verano pasado mi hijo Alejandro, cumplió 4 años, y, cuando sopló las velas, mi mujer y yo le dijimos:
-Cariño, pide un deseo. A ver, ¿qué has pedido?
Y el niño nos mira así, todo ilusionado, y nos dice:
Una play station o un hermanito.

Y mi mujer y yo nos miramos y dijimos:
‘joder, la playstation son ochenta mil’
Así que fuimos a por la parejita. Si lo llego a saber, va ella sola. Hay que ver lo rápido que se queda embarazada una novia, y lo que cuesta dejar embarazada a tu mujer.

¡Es verdad! ¡Tú llevas un mes saliendo con una chica, estás parado, le caes mal a sus padres, no te quitas el condón ni para ducharte. Y la dejas embarazada a la primera!

Ahora, como vayáis a por el niño. Es mas fácil sacarla de España de tanto empujar, que dejarla embarazada.. ! Eso si, os ponéis los dos muy melosos:
Velitas, incienso, música de saxofón, porque piensas:
Vamos a hacerlo con mucho cariño para que sea fruto del amor.

Después de seis meses sin que se quede embarazada dices:
‘A ver si va a ser mejor que sea fruto de un polvo’.

Sí, porque pasa como con el fútbol. Jugar bonito le gusta a todo el mundo, pero lo que cuenta es meter gol. Así que vais a consultar al ginecólogo y el tío te dice:
-Esto es normal. Tenéis que insistir más.

Total, que te receta los polvos como si fueran Frenadol:
-Tres al día cada 6 horas.

Cuando llevas dos meses a este ritmo, te quieres morir.

Lo peor es la semana de ovulación. Porque, por lo visto en esos días sube la temperatura y eso aumenta la fertilidad. Así que mi mujer está todo el día con el termómetro. Y claro, de repente, estás en medio de una reunión y suena el teléfono:
-Cariño, me ha subido. Vente corriendo. Tiene que ser ahora mismo.

Y a ver como se lo explicas a tu jefe:
-Mire, me tengo que ir., es que a mi mujer le ha subido la temperatura.

-¿y no puede atenderla un médico?

-Hombre, es que preferiría que el niño fuera mío.

Y llegas a casa y te la encuentras ya desnuda y preparada., que dices:
‘jo, yo así no puedo! Esto es como comer pipas peladas!’.

Y es que ella no piensa en otra cosa… ¡que parece un tío!

Y yo me siento como una máquina. Vamos, que cuando terminamos me dan ganas de decirle:
‘Su espermatozoide, gracias!

Y, encima, todo el mundo te da consejos:
Hacedlo en la postura del misionero, con luna llena; que ella se ponga un cojín debajo y que después de hacerlo se pegue media hora tumbada con los pies en alto.

¡La pobre! Es la primera vez que soy yo el que tiene que decirle a ella:
‘¡Aguanta, aguanta un poco más!’

Al final, cuando vimos que no había forma, volvimos al médico, y va y me dice:
-Bueno, pues, lo mejor va a ser que se haga un análisis de semen, porque puede que tenga usted pocos espermatozoides.
Y tú piensas:
‘¡seis meses….. a seis polvos diarios! ¡lo que me extraña es que me quede alguno!’..

Y el médico:
-Aunque también podría tratarse de astenospermia.. Lo que se conoce como….’Espermatozoides vagos’.

Y mi mujer:
-¡Buah.! ¡Pues va a ser eso! Porque se pasa el día tocándose los huevos.

Y el otro:
-Usted no se preocupe, que si es eso, podemos extraerlos e implantarlos en el óvulo.

¡Si hombre.! Una cosa es que sean vagos y otra ponerles taxi para recorrer doce centímetros.!

Y el médico:
-Es que ésto es muy difícil. Tenga en cuenta que de millones de espermatozoides sólo puede ganar uno.

-¡Mira, como en Gran hermano!

El caso es que tienes que hacerte el análisis. Te meten en una habitación con un vasito y un montón de revistas porno. Y tú te sientas allí, a ver si se anima.

Pero estás mirando un montón de fotos de tías en pelotas y lo único que piensas es:
‘¡Huy!, fíjate ésta… con las caderas tan estrechas va a tener problemas en el parto, ¿eh?… ¡Huy!, esta otra… con toda la silicona que se ha metido… ¡a ver como amamanta al niño!’

Y encima, mi mujer desde fuera:
-Cariño! ¿Has terminado ya? ¡En casa no aguantas tanto!

Total, que al final, con mucha buena voluntad consigues llenar el vasito.

Pero luego te pasas toda la semana fastidiado mientras esperas los resultados.

Lo peor de todo es que empiezas a dudar de que el niño que ya tienes sea tuyo. Miras al niño y piensas:
‘Sí, de acuerdo, Alejandrito es clavado a mí, pero yo tengo una cara muy corriente’.

Y te acuerdas de esa insistencia de tu mujer en ponerle Alejandro.
¿Qué pasa, que Santi no es bonito?

Y ya para colmo es cuando llega tu suegra y le dice:
-¡Ay, que niño tan listo! ¿A quién habrá salido?

Qué ahí ya dices:
¡es verdad! ¡A ver si tampoco va a ser de mi mujer!

Pero de pronto reaccionas:
¡Dios mío, me estoy emparanoiando! ¡Alejandro es mío!

Hay que tener en cuenta que, en aquel tiempo, dejarla embarazada era más fácil: yo estaba en paro, mis suegros me odiaban, me ponía condón… ¡lo teníamos todo a favor!

Al final nos dieron los resultados y por lo visto, no me pasa nada.
Lo que tengo es estrés.
Así que le he comprado al niño la Playstation; a ver si jugando me relajo un poco.
(Gracias Montaña)

El matrimonio

El matrimonio

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EL BUEN MARIDO

El matrimonio es una relación
entre dos personas, en la que una siempre tiene razón, y la otra es el marido.

Mi mujer y yo, siempre que salimos, caminamos cogidos de la mano…
Si la suelto, se pone a comprar…

Ella tiene una batidora eléctrica, una tostadora eléctrica, máquina de hacer pan eléctrica…
Un día me dijo: «Caramba, tenemos un montón de aparatos eléctricos,

y no tenemos nada para sentarnos…»
Pensé en comprar una SILLA ELECTRICA, pero me contuve…

Yo me casé con «doña Tengo Razón»…

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El móvil de Hansel y Gretel

El móvil de Hansel y Gretel

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El móvil de Hansel y Gretel
por Hernán Casciari

Anoche le contaba a mi hija un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura, cuando los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa, Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: «-No importa, mami, que lo llamen al papá por el móvil».

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El hombre de mi vida me ha dejado

El hombre de mi vida me ha dejado

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Después de treinta años de desvelos, de darlo todo por él, de esperarlo despierta cuando salía con los amigotes, se ha ido de casa. Y no es que se haya ido con otra, que eso lo entendería. ¡No! encima tiene la poca vergüenza de decirme:

Mamá, es que necesito espacio. Ya soy mayor.
– Mayor! Pero ¡¡ ¿dónde va esa criatura con 30 añitos?!!
Ahora, que yo se lo he dicho, eh?
– Parece mentira, dejarme tan pronto, hay que ser mal hijo…
Y me dice:
Pues Jesucristo se fue de casa con 30
– ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!
En fin… Ya lo voy llevando mejor… Pero el día que se fué, yo creí que me daba algo. El niño allí, recogiendo sus cositas. Cuatro chorradas, porque… ¿Qué se va a llevar el pobre, si no tiene nada suyo? Pues todo lo nuestro.
Pero fui yo la que se lo dije:
– Anda, tonto, llévate la tele pequeñita… y la minicadena… y el DVD…y ¡la lavadora!
Pero es más bueno! Ahí ya me dijo:
No, mamá, la lavadora, no… que no tengo ascensor. Ya me la traes tú cuando vengas a verme
Mi niño! Menos mal que no tengo tiempo de pensar en él, porque estoy todo el día ocupadísima haciendo croquetas para mandárselas. Que si no, se pasa la vida llamando a Telepizza. Y cuando estoy liada en la cocina, mi marido viene por detrás, como un niño chico, a robarme las croquetas. Y yo:
– ¡Deja eso ahora mismo! ¡Que son para el niño!
– ¿Y yo qué ceno?
– ¡Pues yo qué sé! ¡Llama a Telepizza!
Pero luego me da pena, el pobre… que, al final, siempre le digo:
– Andaaa… déjalo… Ya llamo yo: ¿margarita o cuatro quesos?
Me he comprado un móvil, que puedo hablar con el niño el tiempo que quiera por cinco euros. Eso sí, sólo podemos hablar de ocho a diez, como en la cárcel…
Pero, a veces, no aguanto más y lo llamo fuera de horario, a escondidas de mi marido. Que parece que tengo un amante:
– Cariño, te tengo que dejar, que ha llegado papá
Y cuando mi marido me pilla:
– ¡Ha llamado él, ha llamado él! Venga, rey, anda, no seas bobo… ya te llamo yo luego…
Huy…qué mimoso está… Éste en dos días está aquí, ¿eh Manolo?
Pero, por fin, cuando dan las ocho, y ya puedes hablar con él, libremente, de todas vuestras cosas…
– Hola lechoncito, soy mamá… ¿Qué tal el día?
– Bah…
– ¿Qué haces?
– Pssss…
– ¿Has cenado ya?
– Pschá…
– Bueno, no tienes ganas de hablar, ¿no?
– Bah…
– Bueno, pues adiós. ¡Manolo, el niño me ha colgado el teléfono!
Y mi marido:
– Cariño, es que te pones muy pesada…
– ¡Ahhhh! ¿Pesada yo? ¡Pesada tu madre, que hay que ir todos los años a ponerle flores!
Al principio no te atreves a tocar nada de su habitación, porque tienes la esperanza de que tu hijo se dé cuenta de que no puede vivir sin ti y vuelva. Pero la semana pasada… abrí los ojos, le llamo, y me sale una voz de mujer:
– ¿Diga??
Y colgué inmediatamente. Volví a marcar… y ya me sale el niño. Y le digo:
– Oye, ¿quién era ésa?
Y él:
– Una amiga
– ¡Ay, menos mal! Creí que era otra madre… Bueno, ¿y qué estáis haciendo?
– Pues nada, comiendo…
– ¡Ah, muy bonito! ¡Yo todo el día encerrada en la cocina para que venga una guarra cualquiera a comerse mis croquetas!
– No, si ella no come, no le gustan…
– Ah, ¿no le gustan? Mírala, qué fina…
Ahí me enfadé tanto que decidí hacerle caso a mi marido y convertir la habitación del niño en el cuarto de la plancha. Y me pongo allí a organizar el altillo…sus libros, sus tebeos, sus revistas … Y de pronto, me dije: ‘¿A ver si las va a necesitar?’ Claro, porque cualquier pretexto es bueno para ir a ver a tu hijo… Pero, de repente, encontré la excusa perfecta: su ajedrez del centenario del Real Madrid. Con el sacrificio que hizo para reunir las piezas, ¡que estuvo un mes comprando El Pais…! Así que al día siguiente le llevé un peón… Al otro, un alfil…. Al otro, una torre…
Y él:
– ¿Pero no me puedes traer todas las fichas a la vez?
Y yo:
– Ah…es que como te hizo tanta ilusión reunirlas por entregas…
Y mi marido se hace el duro, pero también tiene sus sentimientos, ¿eh?. El otro día fui yo quien le pilló a él hablando con el niño fuera de horario, y con una voz de angustia decía:
-Hijo mío, mándame una croqueta!

Ahí me di cuenta de que me estoy pasando…Que hay un montón de experiencias nuevas que vivir con mi marido. Así es que voy a empezar a disfrutar de esta segunda luna de miel. Voy a ver si le animo y nos vamos juntos a llevarle la lavadora al niño. Y así el pobre prueba las croquetas, que está tan flaquito que parece que el que se ha independizado es él.

(Gracias Vlady)

Jubilación a los 67

Jubilación a los 67

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¿¿ EL FUTURO ??

«EL OTRO DÍA ME DIO UN INFARTO, MI MUJER LLAMÓ A LA AMBULANCIA.
CUANDO LLEGARON LOS CAMILLEROS NO PODÍAN BAJARME POR LA ESCALERA…
TENÍAN 65 Y 66 AÑOS, TENÍAN REUMA Y UNAS CUANTAS COSAS MÁS.
CUANDO LLEGUÉ A LA AMBULANCIA EL CONDUCTOR TENÍA 67 AÑOS, LE QUEDABA UNOS MESES PARA JUBILARSE. NO VEÍA MUCHO Y CHOCAMOS CON UN AUTOBÚS LLENO DE NIÑOS.
EL CONDUCTOR DEL AUTOBÚS TENÍA 67 AÑOS Y MURIÓ EN EL ACTO.
UNOS OBREROS DE UNA OBRA NO PUDIERON RESCATAR A LOS NIÑOS , TENÍAN 66 AÑOS Y BASTONES DE TENER LA ESPALDA DESLOMÁ.
AL FINAL LLEGUÉ AL HOSPITAL. LA ENFERMERA SE EQUIVOCÓ DE ARCHIVO, TENÍA 66 Y SÓLO PENSABA EN SUS NIETOS Y QUE NO PODIA CUIDARLOS.
CUANDO ME FUERON A OPERAR EL MÉDICO, QUE TENIA 67 AÑOS , SE LE CAYÓ LA DENTADURA POSTIZA DENTRO DE MI PECHO ABIERTO Y DESDE ENTONCES TENGO UNA PEQUEÑA TOS CARRASPOSA.
YA ESTOY BIEN, TENGO 35 AÑOS Y PODRÍA REALIZAR CUALQUIER TRABAJO PERO ESTOY EN PARO Y EN EL INEM NO HAY NADA PARA MÍ…

(Gracias L@dy)

La aventura de hacer pis de las mujeres

La aventura de hacer pis de las mujeres

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El gran secreto de todas las mujeres respecto a los baños es que de pequeña tu madre te llevaba al baño,

te enseñaba a limpiar la tabla del inodoro con papel higiénico y luego ponía tiras de papel cuidadosamente en el perímetro de la taza. Finalmente te instruía: ‘Nunca, nunca te sientes en un baño público’
Y luego te mostraba ‘la posición’ que consiste en balancearte sobre el inodoro en una posición de sentarse sin que tu cuerpo haga contacto con la taza.
‘La Posición’ es una de las primeras lecciones de vida de una niña,
súper importante y necesaria, nos ha de acompañar durante
el resto de nuestras vidas. Pero aún hoy en nuestros años adultos,
‘la posición’ es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está a punto de reventar.

Cuando TIENES que ir a un baño público, te encuentras con una cola de mujeres que te hace pensar
que dentro está Amancio Prada o Antonio Banderas. Así que te resignas a esperar,
sonriendo amablemente a las demás mujeres que también están discretamente cruzando piernas y brazos en la posición oficial de ‘me estoy ‘meando».
Finalmente te toca a ti,
si no llega la típica mamá con ‘la nenita que no se puede aguantar más’.
Entonces verificas cada cubículo por debajo para ver si no hay piernas.
Todos están ocupados. Finalmente uno se abre y te lanzas casi tirando a la persona que va saliendo.
Entras y te das cuenta de que el picaporte no funciona (nunca funciona);
no importa… Cuelgas el bolso del gancho que hay en la puerta, y si no hay gancho (nunca hay gancho), inspeccionas la zona, el suelo esta lleno de líquidos indefinidos y no te atreves a dejarlo ahí,
así que te lo cuelgas del cuello mientras miras como se balancea debajo de tí,
sin contar que te desnuca la correa, porque el bolso está lleno de cositas
que fuiste metiendo dentro,
la mayoría de las cuales no usas, pero que las tienes por si acaso…

Pero volviendo a la puerta… Como no tenía picaporte, la única opción es sostenerla con una mano,
mientras que con la otra de un tirón te bajas los pantalones
y te pones en ‘la posición’… Alivio…… AAhhhhhh…. por fin… Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar…. Porque estás suspendida en el aire, con las piernas flexionadas,
las braguitas cortándote la circulación de los muslos, el brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y un bolso de 5 kg colgando de tu cuello.
Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza ni la cubriste con papel, interiormente crees que no pasaría nada pero la voz de tu madre retumba en tu cabeza ‘jamás te sientes en un inodoro público!!’, así que te quedas en ‘la posición’ con el tembleque de piernas… Y por un fallo de cálculo en las distancias una salpicada finíííííísima del chorro te salpica en tu propio culo y te moja hasta las medias!!!
Con suerte no te mojas tus propios zapatos, y es que adoptar ‘la posición’ requiere una gran concentración.
Para alejar de tu mente esa desgracia,
buscas el rollo de papel higiénico peeero, nooo hayyyyyy…!
El rollo esta vacío…! (siempre) Entonces suplicas al cielo que entre los 5 kilos
de cachivaches que llevas en el bolso haya un miserable kleenex,
pero para buscar en tu bolso tienes que soltar la puerta, dudas un momento, pero no hay más remedio…..
Y en cuanto la sueltas, alguien la empuja
y tienes que frenar con un movimiento rápido y brusco,
mientras gritas OCUPAAADOOOO!!!
Ahí das por hecho que todas las que esperan en el exterior
escucharon tu mensaje y ya puedes soltar la puerta sin miedo,
nadie intentará abrirla de nuevo (en eso las mujeres nos respetamos mucho)
Sin contar el garrón del portazo, el desnuque con la correa del bolso,
el sudor que corre por tu frente, la salpicada del chorro en las piernas…
el recuerdo de tu mamá, que estaría avergonzadísima si te viera así;
porque su culo nunca tocó el asiento de un baño público,
porque francamente, ‘tú no sabes qué enfermedades podrías agarrarte ahí’.
…estás exhausta, cuando te paras ya no sientes las piernas, te acomodas la ropa rapidísimo y tiras la cadena tratando de tocarla lo menos posible, por si las enfermedades…
Entonces vas al lavabo.
Todo esta lleno de agua así que no puedes soltar el bolso ni un segundo,
te lo cuelgas al hombro, no sabes cómo funciona el grifo con los sensores automáticos, así que tocas hasta que sale un chorrito de agua fresca,
y consigues jabón (si es que lo hay), te lavas en una posición de jorobado de Notredame
para que no se resbale el bolso y quede debajo del chorro…
El secador ni lo usas, es un trasto inútil así que terminas secándote las manos
en tus pantalones, porque no piensas gastar tu kleenex para eso y sales…

En este momento ves a tu chico que entró y salió del baño de hombres
y encima le quedó tiempo de sobra para leer un libro de Borges mientras te esperaba.
‘¿Por qué tardaste tanto?» te pregunta él ya aburrido.
‘Había mucha cola’ te limitas a decir.

Y esta es la razón por la que las mujeres vamos en grupo al baño, por solidaridad, ya que una te aguanta el bolso y el abrigo, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa el kleenex por debajo de la puerta
y así es mucho más sencillo y rápido
ya que uno sólo tiene que concentrarse en mantener ‘la posición’ y la dignidad.

(Gracias Angel)

Hijo único

Hijo único

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¡Lo que yo hubiera dado por ser hijo único!

Ya sé que hay, gente que anda por ahí diciendo que es maravilloso criarse en una familia numerosa….. ¡Hay que ser tonto…! Lo mejor es crecer siendo hijo único. Bueno, yo creo que el Fary se hubiera conformado con crecer.

En el colegio, a un hijo único se le reconocía en seguida por dos cosas: la paz interior… y la ropa de su talla. ¡Que es muy humillante que le calculen a uno la edad por las rayas del dobladillo, como si fuera un alcornoque!

Además, en una familia numerosa la infancia es un latazo, porque normalmente los padres, te huelen el culo para ver si te has cagado, pero en una familia numerosa, como sois tantos, no se preocupan en mirar uno por uno a ver quién ha sido. En cuanto huelen algo, ¡tooooodos a la bañera! ¡Que mi casa parecía una piscifactoría!

Y todavía hay algunos que dicen que en las familias numerosas todo son ventajas: ‘Huy, además, si eres el pequeño es un chollo, porque cuando te llega la ropa del mayor, vas otra vez a la moda’.En mi época, la moda era hacer la comunión vestido de marinero. Y sí, yo fui de marinero, pero de marinero de la Primera Guerra Mundial. Es que lo heredas todo. Y es muy duro ver a tu madre acercarse por la noche a la cama de tu hermano mayor:
– Cariño, quítate los calcetines, que se los van a dejar los Reyes a tu hermano Emilio.

Y eso si tienes hermanos, porque si lo que tienes son hermanas mayores, tú pides un Geyperman y te regalan una Barbie con el pelo cortado y una barba pintada. Que nada más verlo, ibas todo preocupado a decirle a tu madre:
– Mira mamá, creo que mi Geyperman está echando caderas.

Y luego está lo de la habitación. Lo mío no era una habitación, era un barracón militar. Había tantas literas que parecían estanterías…. Mi madre nos organizaba por orden alfabético, como los libros. Y cuando quería sacar a uno, se iba a las literas:
– Carlos, David, Elías, Fernando… ¡Huy…! ¿Y Emilio? ¡Cariño…! ¿Hemos prestado a Emilio?

Pero lo peor era lo del baño. Había que hacer turnos de quince minutos. Y como siempre había dos o tres hermanos en la edad del pavo, para que no hubiera atascos mi madre tenía que poner bromuro en el Nesquik. Lo que no sé es cómo llegamos a ser tantos, porque mi padre también tomaba Nesquik.

Y en el colegio es un infierno. Porque cargas con la fama de tus hermanos mayores: y si han sido unos macarras, la has fastidiado. Pero si han sido unos empollones, la has fastidiado más. Llegas allí, el primer día, y el profesor:
– ¡Aaaaah….! Aragón… ¿Tú no serás hermano de Fernandito?
– Sí, .señor… sí.
– Pues tu hermano era un estudiante ejemplar. Espero que sigas sus pasos…
Que tú piensas: ‘Pues seguro, porque llevo sus calcetines…’. Pero, además de la fama, de los hermanos mayores también vas heredando los libros. ¡Subrayados! Que es un fastidio, porque como el primero subraye mal, suspende toda la familia. Aunque peor que eso es que tu hermano mayor se haya enamorado de Pili, y tengas todo el libro lleno de corazones:
‘Pili,Pili, Pili’… Lo tienes que arreglar de alguna forma.. Así que pones en todos: ‘Pili-la’. Y, claro, el que lo tiene chungo es el hermano siguiente, que tiene el libro lleno de corazones que ponen ‘Pilila’.¡Y a ver cómo explica eso…! .
Y ustedes dirán: ‘Bueno, hombre, lo de heredar los libros, chungo, pero, a cambio, también heredas las revistas guarras….’. Ya, pero es que la que viene en pelotas es Mayra Gómez Kemp.

Luego hay listos que dicen: ‘Lo bueno de la familia numerosa es que puedes meter a la novia en casa y, entre tanta gente, nadie se entera’. ¡Serán idiotas…! ¿Y de qué te sirve meterla en casa, si luego no tienes dónde…. meterla?

‘Y lo peor de todo son los telediarios. Estáis allí sentados los diez hermanos y, de repente, dicen: ‘Dos de cada diez jóvenes consumen drogas en fin de semana’.
Y tu padre:
– ¡Castigados todos, hasta que confiesen los dos!
‘Cuatro de cada diez jóvenes pierden la virginidad antes de los 18’.. Y tu madre:
– ¡Ah! ¡La canguro no vuelve por casa!
Bueno, me acuerdo un día que dijeron en la tele: ‘En España, uno de cada diez hijos es fruto de la infidelidad’.
¡Y el pelirrojo se llevó una hostiaaaa….!

(Gracias Vlady)

Turismo rural

Turismo rural

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Se trata de un deporte nacional que antes se llamaba ‘ir al pueblo’.

La diferencia es que si vas a tu pueblo es gratis, y si haces turismo
rural vas a un pueblo que no es tuyo y pagando una pasta.

Para hacer turismo rural no vale cualquier pueblo. Tiene que ser un
pueblo ‘con encanto’.

-¿Y qué es un pueblo ‘con encanto’? Pues un pueblo que sale en una Guía
de pueblos ‘con encanto’. Si es que se cae por su propio peso.

A estos pueblos se suele llegar a través de una carretera comarcal ‘con
encanto’, que es una carretera con tantos baches y tantas curvas que
cuando llegas al pueblo estás ‘encantao’ de bajarte.

Y cuando entras al bar intentas integrarte con los vecinos.

– ¡¡¡Buenos días, paisanos!!! ¿Qué es lo típico de aquí?

Y el del bar piensa: ‘Pues aquí lo típico es que vengan los gilipollas
de la ciudad los fines de semana a dejarse doscientas mil pesetas’.

Lo siguiente es alojarse en una casa rural o ‘casa con encanto’, que es
una casa adornada con muchas vasijas y ristras de ajos en el techo, que no
tiene ni tele, ni radio, ni microondas.

Eso sí, tiene unos mosquitos trompeteros que por la noche hacen más
ruido que una Derbi Coyote.

Luego te das cuenta de que los del pueblo viven en unas casas que no
tienen ningún encanto, pero tienen jacuzzi, parabólica, Internet y portero
automático.

Tu casa no tiene portero automático, pero tiene una llave que pesa medio
kilo.

Otra ventaja que tiene hacer turismo rural es que puedes elegir entre
una casa vacía o vivir con los dueños.

Estupendo.

Te vas de vacaciones y además de la tuya tienes que aguantar una familia
postiza. Que por la noche tú quieres ver la película, ellos los
documentales, y te planteas:

‘¿Quién manda más, yo que he pagado 600 euros o este señor que vive
aquí?’.

Pues gana él, que tiene garrote.

Y encima te dicen que tienes la ‘posibilidad de integrarte en las
labores del campo’. Que quiere decir que te despiertan a las cinco de la mañana
para ordeñar a una vaca. ¿No te jode? Es como si te vas a una gasolinera
y te tienes que poner tú la gasolina, o como si vas a un McDonalds y
tienes que recoger tú la bandeja. O sea, lo normal.

Así que te levantas a las cinco para ordeñar a las vacas.

Que digo yo: ¿por qué hay que ordeñar a las vacas tan temprano?

Si la leche está ahí.

¿No se pueden ordeñar después del aperitivo? Yo creo que esto es
fastidiar por fastidiar, porque a la vaca le tiene que sentar como una patada en
las ubres que la despierten a las cinco de la mañana para que le toque las
tetas un extraño.

Que la vaca te mira como diciendo: ‘Tío, si quieres leche vete a la
nevera coge un tetra brick’. Es que son ganas de molestar.

Pero el ‘encanto’ definitivo son las ‘actividades al aire libre’.

Como cuando te ponen a hacer senderismo, que es lo que habitualmente se
llama andar, y consiste, pues eso, en poner un pie delante de otro hasta
que no puedas más, mientras los del pueblo te adelantan en un ‘todoterreno’
con aire acondicionado..

Pero tú encantado. Vas por el campo como abducido. Te vuelves bucólico y
todo te parece impresionante: ves una ‘caca’ de vaca y sueltas:

‘Ummmmmh qué olor a pueblo.’ ¿A pueblo? A pueblo no, huele a mierda. Eso
sí, a mierda ‘con encanto’.

Y todo, sea lo que sea, te sabe a gloria: en el mesón te ponen dos
huevos fritos con chorizo y tú en tu ciudad no te comes estos huevos, ni estos
chorizos. Y le dices al camarero:

– ‘Oiga ¿a qué este chorizo es de matanza?’

– ‘Pues casi, porque a punto estuvo de matarse en la curva el del camión
de Campofrío’.

De repente oyes unas campanadas y dices:

-‘¡Ah!. ¡Qué paz!. No hay nada como el sonido de una campana.’

Y el del bar te dice: ‘¡Pero si está grabado! ¿No ves el altavoz del
campanario?’

En ese momento te preguntas si los sonidos de las gallinas y de los
grillos no vendrán en un CD: Rural Mix2005′, ‘Los 101 Mayores Éxitos
campestres.’

De lo único que estás seguro es de que los mosquitos trompeteros son de
verdad. Que pareces un Ferrero Roché con varicela.

Yo creo que, de lunes a viernes, la gente de estos pueblos vive como
todo el mundo, pero el fin de semana distribuyen por la carretera a unos tíos
disfrazados de pastores y cuando ven que se acerca un coche, avisan a
los del pueblo con el móvil:

– ‘¡Eh, que vienen los del turismo rural’! Y cambian el cartel de
‘Videoclub’ por el de ‘Tasca’, sueltan unos perros cojos por las calles
y sientan a la entrada del pueblo a dos abuelos haciendo alpargatas, que
luego te compras unas y te salen más caras que unas Nike.

En fin, yo creo que un montaje tan grande como éste no puede ser obra de
personas aisladas. Estoy seguro de que están implicadas las autoridades.

Me imagino al alcalde: – ‘Queridos paisanos: este verano, para
incrementar el turismo, vamos a importar más mosquitos del Amazonas, que el año
pasado tuvieron mucho éxito. Y quiero ver a todo el mundo con boina,
nada de gorritas de Marlboro. ¡Y haced el favor de pintaros el
entrecejo, que no parecéis de pueblo! Y las abuelas Nada de TOP less en el río, que
espantáis a los mosquitos..

Ah, y por cierto: Este año no hace falta que nadie haga de tonto del pueblo.

¡Con los que vienen de fuera ya vale!

(Gracias Montaña)

Lotería

Lotería

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Parece mentira que en una época como la Navidad, cuando se supone que tenemos que ser todos buenos y felices, empiece con algo que despierta nuestros más bajos instintos: la lotería. Sí, sí, no pongan esa cara.

Seguro que todos ustedes llevan lotería. Y, ¿Por qué la compran?. Sean sinceros, ¿por ilusión?. No, por ilusión se compra un decimillo. Los demás se compran por envidia. Por que no soportarían que les tocasen a los de su barrio y a ustedes no.

Miren ustedes, yo cuando compré el primero me dije: «Mira, a ver si salimos de pobres, si me toca lo repartiré con la familia, le daré un millón a mi hermana, le compraré el coche a mi cuñado, a Mari un reloj de oro, y a mi suegra unos guantes de boxeo que le han hecho ilusión toda la vida».

Pero un día llegas al bar de debajo de tu casa y el camarero te dice:

– Tengo lotería, te lo digo porque todo el mundo ha comprado, tu verás lo que haces ¿eh?

Oye, que el tío te amenaza, y tú que no pensabas comprar, de pronto te imaginas el día de lotería con el bar lleno de gente brindando:

– A mí me ha tocado diez.

– A mí treinta.

Y que alguien te señala y dice:

– Mira, a ese le ofrecieron y no compró.

Eso te marcará para toda la vida. Ya pueden pasar años, que tu serás siempre «el pringao que no compró». Y hasta te imaginas a tu mujer echándote la bronca:

– ¡Desde luego, con la cantidad de horas que hechas en el bar y no comprar… Qué inútil que has sido toda tu vida.

Y claro, dices al camarero:

– Dame cuatro.

A partir de ese momento la envidia te hace coger toda la lotería que te ofrecen: la de la panadería, la de la oficina, la del hogar del pensionista… Y ahí no acaba la cosa: pierdes los escrúpulos y hasta tus principios. Si te ofrecen lotería del PP, tú, que siempre has sido de izquierdas, la compras. Y ahí tienes dos boletos con la gaviota en tu cartera, al lado del carnet de Comisiones. Y como toque, serías capaz de cantar la musiquilla:

«Tatán… tatán… tataratatán…». Y todo por la lotería. ¿Ven como saca nuestros peores instintos?.

Estás tan obsesionado con que te toque, que incluso crees en cosas de las que normalmente te ríes. Sale Aramis Fuster por la tele diciendo:

– Este año el gordo acabará en nueve, o en ocho, y hacedme el favor de ser muy felices…

Y compras uno. Luego sale Rappel:

– Mi tarot te ayuda, El Gordo va a acabar en seis.

Llama mi cuñada y dice que ha soñado que ha acabado en cinco. ¡Cago en diez! Y luego llama tu suegra:

– ¿Habéis comprado un número donde las inundaciones del año pasado?

Y empiezas a mirar dónde fue la inundación más grave, que desde luego hace falta ser degenerado para ir a comprar donde hubo una desgracia:

– ¿Y dice usted que el agua sólo les llegó al tejado? ¿Y que no hubo muertos? ¡Bah! Eso no es una inundación ni es nada…

Y luego, ya, el colmo. ¿Se han dado cuenta de que si la lotería es de otra ciudad nos parece que tiene mucho más valor? El que tiene te la ofrece como si fuera chicle:

– Tengo lotería de Ponferrada.

– ¿De Ponferrada? ¡No me digas! Pásame dos.

– Te paso uno por ser tú, pero no se lo digas a Rebolledo.

Eres tan canalla que piensas: «Como toque en Ponferrada, se va a enterar Rebolledo».

La cuestión es que aparecen tus peores instintos: «A mi hermana no tengo por qué darle nada. Y bien pensado, si mi cuñado quiere comprarse un coche, que ahorre… Y mi suegra, con unos guantes de cocina va que se mata».

Por fin llega el día del sorteo y por supuesto no te toca. Y encima tienes que aguantar la imágenes de la tele, que a los diez minutos te sacan a unos tíos en la puerta de un bar cogiéndose del cuello y saltando: «¡Oeee! ¡Oeee! ¡Oeeeee!¡Oeeeee!» De repente te fijas: «¡Pero bueno, si es Rebolledo! Ha tocado en su barrio y el tío no me ofreció. ¿Será desgraciado? Hace falta ser mala persona».

Pero lo que ya no puedo soportar es cuando sacan a uno que le han tocado cincuenta millones, que está como si nada:

– ¿Y usted qué va a hacer con el dinero?

– Yo nada, tapar agujeros…

¡Tapar agujeros! ¿Pero qué agujeros tendrá ese tío? Apagas la tele y te bajas al bar y nada más entrar te sueltan:

– No nos ha tocado nada, pero lo importante es que haya salud.

¡Pero eso faltaba! Que encima de que no me toca la lotería me atropelle un camión. ¿Será posible?

En fin, señores, que más que desear que nos toque la lotería, lo que hay que desear es que no le toque a nadie cercano.